domingo, 6 de noviembre de 2016

BAJO TU PICARDIA (Fotografía de Andrea Restrepo)



BAJO TU PICARDIA 

Al pie de mis comisuras
se plasma tu picardía,
y vibra en mí tu osadía
con fríos y calenturas.
Avivadas tus diabluras
me llevan hasta la infancia,
tímido en esa fragancia
que me cortaba el aliento
y, a veces por un momento
logró matar la distancia.

Tantos años, tantas horas,
con besos desesperados
besé tus labios amados 
en bocas de otras señoras;
algunas de ellas gestoras
de carnales despedidas,
al tormento de las vidas
de quienes suelen creerse
que amar tanto es merecerse
a ilusiones escondidas.

Caminé tantas ciudades,
tantas sendas y parajes
que estar llevando equipajes
era aumentar las crueldades
del dolor y sus verdades
en un olvido lejano,
que se me hacía desgano
porque no cristalizaba
la fuerza que en mi buscaba
hacerte un recuerdo vano.

Y entonces quise enfrentarte
con la guardia preparada,
la lanza bien afilada
para de un tajo acabarte,
y me atiendes con el arte
que roza labio y mejilla
y actuando de maravilla
logras mi tartamudeo
y mientras venzo el rodeo
me gana otra mentirilla.

Juan Guillermo Mora Peña.

viernes, 14 de agosto de 2015

SIRENA Y FLOR



SIRENA Y FLOR
De pronto, sin más, ni más el amor rompe las olas:
el poder del mar se inclina y aparece fulgurosa
la belleza colosal de una flor sobre las rocas
de una playa sin igual que envidiarán otras costas.

Marinero loco soy que a veces busco la suerte,
en el mismo corazón del océano inclemente...
si la sueño como soy podría encontrar la muerte
por arrojarme a sus pies como moneda en la fuente.

Una red con frenesí para poder atraparla
tejí con motivación en mis poemas por ella;
y, aunque sé que he de perderme si la enamoro en la tierra,
dice a veces que es posible el vino de mi botella.

Nadie la ve como yo, algo que me hace consciente
de que el brillo del amor es una dura pendiente,
sin embargo da el tesón para aferrársele fuerte,
aunque a veces duerme al sol y su sueño se revierte.

Nadie se atreve a sentir que es del mar una azucena,
que se roba el corazón y en tierra no deja huella...
que a mí me atrapo su en su luz y se convirtió en sirena
y al fondo de la locura me ahogaría por ella.

Juan Guillermo Mora Peña.

sábado, 18 de octubre de 2014



LANZA TU ALMA
Fotografía de Jackeline Rojas Soto.

Lanza con amor tu sentir al viento
que un pájaro azul toma tu misiva;
con rumbo hacia el sol la mantiene viva,
hasta ser un eco en el firmamento.

Cuando cantas tú, mueves el cimiento,
incluso del alma más represiva;
calmas un volcán con su furia activa
y haces de la flor ejemplo de aliento.

Lanza sin temor tu melancolía
que hay ángeles prestos a andar contigo,
por un horizonte de poesía.

Que tu corazón como fiel testigo
te mire lanzando la cobardía,
que es tu fe en ti misma la luz que digo.

Juan Guillermo Mora Peña.

lunes, 14 de julio de 2014


REFORMACIÓN.

Equilibrando para reformarme:
pongo tu voz en mi melancolía,
tus ojos bellos cual luz de mi día...
tus suaves manos para acariciarme.

En toda guerra te haré mi desarme
y en esos labios haré poesía
con besos nuevos color fantasía,
que sigan vivos después de matarme.

Serás amor en la cima del mundo,
desde mi ser al valor de la vida
y haré que crezcas a cada segundo.

Dejo a tus pasos mi huella perdida,
para qué encuentren el sueño profundo
de mi confianza por ti decidida.

Juan Guillermo Mora Peña.

sábado, 5 de julio de 2014

CRISTINA



CRISTINA. (Renovado)

En una tarima de barra nocturna,
Cristina menea su cuerpo sediento
tal vez de locura, tal vez del intento
de echar al olvido su fe taciturna.

Se mueve sensual y produce tortura
a los muchos sueñan llevársela lejos,
algunos que ataron su vida a complejos
de ser inferiores sin una aventura.

Mas ninguno sabe que en su alma acuna,
tristezas y golpes de seres perversos
por falsa belleza, glorias y universos
dados en los vicios que atren la luna.

No ven que mostrarse, es la dictadura
que le queda a aquellos que acaban sin sueños,
que cierran los ojos por verse pequeños
hasta que al fin pueden tener alma dura.

Los que están vacíos ven su sabrosura
y creen que alegres se iría con ellos,
tal vez hasta ofrecen riqueza y destellos
por poder besarla y atar su cintura.

Pero no es Cristina la mujer que apura
a hacerse volcán en el frío de un lecho,
y al salir conmigo les muestra el derecho
que tiene de amar sin vender su figura.

Juan Guillermo Mora Peña.

domingo, 18 de mayo de 2014

DÁDIVA DE LA PLAYA.

Fotografía de Betty Suarez


En esta playa sus pies sobre la arena agraciada,
dejaron honda la huella de la esperanza segura,
de que en ondas el amor traería la aventura
que ante el árbol solitario la dejara acariciada.

Soñaba que los delfines de la mar en avanzada
custodiaban el velero del marino que se augura;
algún joven soñador que la abrace con dulzura
y descubra la sonrisa de quien besa apasionada.

Se deleitaban las olas viendo cada tarde al hada
adornar la playa blanca con su mágica figura,
besada por su marea y alentada en su frescura,
siendo más fiel cada día a su espera ilusionada.

Pero todos maduramos con el tiempo y su rodada
y entendemos que la niebla, sigue siendo luz oscura
y en algún auto-reproche sintió infantil travesura,
el amor que entre lo incierto le invadía la mirada.

Tomó el camino de vuelta, aquella tarde nublada
con un vientecillo helado congelando la ternura,
dejando sobre sus manos esa constante tortura
de mirárselas vacías como mereciendo nada.

Entonces en el desmayo de su tristeza cansada
cayó sin conocimiento, ya sin valor ni premura:
y al volver a abrir los los ojos, reconoció la hermosura
del espejo de unos ojos en que se vio enamorada.

Juan Guillermo Mora Peña.

domingo, 26 de enero de 2014

RETOMANDO NUESTRO CAMINO.


 
RETOMANDO NUESTRO CAMINO.

Equidistantes las rosas nos señalan nuestro nicho,
sin objeción florecidas, perpetuas a la esperanza;
en su especial sembradío juramos que nunca alcanza...
a terminar nuestro sueño, siendo amor y no capricho.

Ya hemos hecho demasiado por el yugo prometido;
mis pies recorrieron años de ausencias y de enseñanzas,
y hoy por último destino no desean más labranzas
que el umbral de tu regazo y tus brazos extendidos.

Tus labios como página del nuevo libro que escribo,
tus ojos el mar profundo de mi letra siempre clara...
tu vientre la antología de mi esfero que no para
y éste tiempo mi pasado que por los dos lo concibo.

Dame tú la voz amada para guiarme en el camino,
y en el rosal de la vida visualiza mi llegada,
no le quites las espinas que vas a acabar cansada,
además penas y glorias, forjan mejor el destino.

Por favor, ten tu alegría preparada con su brillo
mientras pintas de tu gracia las paredes de la casa;
yo muy pronto llegaré con mi calor y su brasa
a abrazarte y a cantarte del amor un estribillo.

Juan Guillermo Mora P.