domingo, 26 de enero de 2014

RETOMANDO NUESTRO CAMINO.


 
RETOMANDO NUESTRO CAMINO.

Equidistantes las rosas nos señalan nuestro nicho,
sin objeción florecidas, perpetuas a la esperanza;
en su especial sembradío juramos que nunca alcanza...
a terminar nuestro sueño, siendo amor y no capricho.

Ya hemos hecho demasiado por el yugo prometido;
mis pies recorrieron años de ausencias y de enseñanzas,
y hoy por último destino no desean más labranzas
que el umbral de tu regazo y tus brazos extendidos.

Tus labios como página del nuevo libro que escribo,
tus ojos el mar profundo de mi letra siempre clara...
tu vientre la antología de mi esfero que no para
y éste tiempo mi pasado que por los dos lo concibo.

Dame tú la voz amada para guiarme en el camino,
y en el rosal de la vida visualiza mi llegada,
no le quites las espinas que vas a acabar cansada,
además penas y glorias, forjan mejor el destino.

Por favor, ten tu alegría preparada con su brillo
mientras pintas de tu gracia las paredes de la casa;
yo muy pronto llegaré con mi calor y su brasa
a abrazarte y a cantarte del amor un estribillo.

Juan Guillermo Mora P.

sábado, 25 de enero de 2014

MI PUEBLO.



MI PUEBLO.

Dijo el gallo que amanece
en su canto escandaloso
y le da fin al reposo...
y al silencio que acontece;
la mañana se embellece
con el sol y su presencia,
pero no borra la ausencia
de mi pueblo y su mirada,
que está en mi pecho clavada
como luz de mi existencia.

No tienen culpa sus campos
de no tener mis pisadas,
ni sus calles adornadas
con sus colores y encantos;
pero en mí siguen sus cantos
en recuerdos y nostalgia,
de aquella gloriosa magia
de su gente apasionada,
del arte y verso inspirada
como un don que no se plagia.

Juro que en sueños he vuelto
y aunque parece distinto,
sigue siendo ese recinto
puesto en un paisaje esbelto...
donde quedaba resuelto
el miedo a las soledades,
los encuentros sin maldades
con los amigos de infancia
y la primera fragancia
del amor sin falsedades.

Hoy se torna en alegría
mi camino de viajero,
pues a paso más ligero
me uniré a la romería,
de los que también un día
como yo lo abandonaron,
pero no se cautivaron
con los soles de otra tierra,
pues su clamor nos aferra
como niños que lo amaron.

Juan Guillermo Mora Peña.


ESTA SERÁ TU CASA.

Esta será al fin tu casa y tu corazón mi derecho,
y el sol bajo el mismo techo sentirás que nos abraza;
viviremos con la gracia de tanto amor en el pecho...
que el temor será deshecho porque el valor lo rebaza.

Triunfal será tu llegada, pero más grande mi beso
y no daremos receso a nuestra unión tan soñada,
puedes venir preparada pues no querrás un regreso
y es que en los dos está impreso nuestro amor y su llamada.

Esta casa humildemente con su calor yo te ofrezco,
espero si lo merezco que te sientas cobijada,
que empieces entusiasmada a brindarle un aire fresco
que igual que te pertenezco, de ella dueña estás nombrada.

Para mí será un castillo donde gobiernan las almas
de dos que se adoran tanto que no han sentido estar lejos;
sin lugar a los complejos siempre erguidos como palmas,
en el dolor somos calma y en la alegría, reflejos.

Pon a gusto los colores que no serás criticada,
y cortinas delicadas que no oculten nuestro tiempo;
que seamos tras sus muros quienes lo nombran su templo
y fundemos la familia que crecerá ilusionada.

Juan Guillermo Mora Peña.

INQUIETUDES.



INQUIETUDES.

El amor deja inquietudes
en cada senda perdida;
vital como la comida,...
libertad y esclavitudes...
desata en las multitudes,
compasión y valentía,
en algunos cobardía
y en otros cruel pesadumbre;
a veces se hace costumbre
pero existe día a día.

Ni los sabios han marcado
alguna total certeza,
concerniente a la proeza
del valor de su legado,
ya que a veces queda anclado
aunque sufra el poseído,
otras tantas vive herido,
pero insiste en su conquista
y en otros pasa revista,
asegurando su nido.

Es dolor de algunos seres
y en otros se hace bandera,
suele ser la lenta espera
cuando no ves a quien quieres;
a veces brinda placeres
y a veces se marcha lejos,
sin embargo los consejos
de su canto de belleza
con tanta delicadeza
nos brinda nuevos reflejos.

Ay amor quién comprendiera
tu variable oportunismo,
quién pudiera ser el mismo
después que tu flecha hiera;
quién por siempre sostuviera
la magnitud de tu encanto,
y quien hiciera del llanto
tu manantial de nobleza,
y en toda naturaleza
poder bendecir tu manto.

Juan Guillermo Mora Peña